Desde que el deporte forma parte fundamental de nuestra vida cotidiana atendemos cada vez con más frecuencia en nuestras consultas a atletas veteranos aquejados de roturas crónicas de tendones.
El déficit funcional que producen este tipo de lesiones puede ser importante y su solución compleja, si tenemos en cuenta que las roturas tendinosas que no se reparan en su fase aguda sufren un proceso de retracción y fibrosis que hace imposible su reparación directa pasado cierto tiempo.
En estos casos existen dos alternativas: las transposiciones tendinosas de zonas próximas, siempre complejas y que dejan secuelas en la región de donde se extraen y los injertos de tendones de donante cadáver o aloinjertos, habitualmente disponibles en los bancos de tejidos.
Cada vez es mas frecuente la utilización de aloinjertos en roturas crónicas del ligamentos de la rodilla, del brazo o del tobillo con resultados prometedores. Su utilización en reconstrucciones de tendones en los que las opciones de autoinjerto del propio paciente se han agotado es también una solución a tener en cuenta (las roturas de plastias de ligamentos cruzados de la rodilla es un buen ejemplo de ello).
Presentan la gran ventaja de su alta disponibilidad ya que el número de bancos de tejidos no para de aumentar en todos los países desarrollados. Por el contrario, los antiguos problemas de conservación, esterilización o posible transmisión de enfermedades parecen hoy día ya superados.
El mayor inconveniente a día de hoy es su precio. El aloinjerto sigue siendo una opción muy cara como para utilizarse de forma indiscriminada. Sin embargo es probable que en poco tiempo la ingeniería genética y la biología molecular san capaces de producir tejidos en laboratorio de similares propiedades mecánicas a un coste menor, lo que permitiría su utilización de forma mucho mas amplia.